Ventanas aislantes para la eficiencia energética de los edificios


Dependiendo de la fuente de información que se consulte, las pérdidas energéticas en un edificio a través de las ventanas se sitúan entre un 10-20% del total de la pérdida de energía. Por lo que la ventana como elemento aislante se puede considerar como un elemento clave en el ahorro y eficiencia energética.

Son varias las formas de abordar la optimización del desempeño energético de las ventanas debido a sus diferentes componentes y a las diferentes prestaciones relacionadas con las mismas.

Los parámetros relacionados con la eficiencia energética son tres: transmitancia térmica (sus unidades son W/m2K), la permeabilidad al aire (clases 1 a 4) y el factor solar del acristalamiento (valor adimensional entre 0 y 1).

Los elementos que forman las ventanas tienen propiedades intrínsecas, en función del material con el que se fabrican, y configuraciones de montaje que influyen en los anteriores parámetros.

Por un lado, el material de los perfiles, los más habituales actualmente en el mercado español son: sistemas metálicos (aluminio y acero), sistemas plásticos (PVC) y madera (madera laminada y sistemas mixtos madera-aluminio). Actualmente, se pueden encontrar ventanas en cualquiera de estos materiales con altas prestaciones de aislamiento térmico.

Habitualmente, el elemento con mayor porcentaje de superficie en el total de la ventana es el vidrio.

Las soluciones más usuales hoy en día son los dobles y triples acristalamientos. Se trata de conjuntos de dos o tres hojas de vidrio plano, con una o dos cámaras intermedias. El doble acristalamiento clásico se ha visto superado por otras opciones. Vidrios de capa: de baja emisividad (buenos para retener el calor o el frío en el interior del recinto y disminuir su pérdida hacia el exterior), de control solar (limita la entrada de la radiación infrarroja que incide a través de la radiación solar en la ventana) y vidrios selectivos que combinan ambos efectos en un mismo acristalamiento. Además, se pueden conseguir mayores efectos, combinando las anteriores disposiciones con la introducción de gas en las cámaras de separación entre hojas de vidrio (habitualmente, gas argón, más raramente kriptón).

Otro elemento característico de las ventanas de nuestras latitudes es el cajón de persiana. Elemento clave tanto en la transmitancia térmica del conjunto (ventana + cajón) como en la permeabilidad al aire del conjunto. También las soluciones tradicionales han evolucionado, incorporando materiales de alta capacidad aislante (por ejemplo, el PVC), junto con la disposición de materiales aislantes térmica y acústicamente en el interior del cajón, el uso de lamas de persiana con efecto de baja emisividad. Un aspecto clave es la disposición del cajón en relación a la ventana, soluciones clásicas son por delante o por detrás, pero en algunas tipologías de cerramientos exteriores del edificio (SATE, fachadas ventiladas,…) la solución túnel (incorporando el cajón entre dos hojas del cerramiento y con el registro por su lado inferior) va siendo más frecuente.

La siguiente evolución es la motorización y domotización de estos productos que aún mejora sus prestaciones energéticas, eliminando aberturas como el paso de la cinta de la persiana.

A diferencia de productos que consumen energía directamente (electrodomésticos, luminarias,…) cuyo comportamiento puede determinarse fácilmente y ser reproducible, las ventanas no consumen energía (al menos de momento, ya veremos qué pasa con su domotización), pero tienen influencia en el consumo energético del edificio como se indicó al principio del artículo.

La prestación energética de una misma ventana dependerá de la localidad donde esté ubicado el edificio donde se ha instalado e, incluso, en un mismo edificio, depende de la orientación de la fachada donde esté.

Por ello es complicado llegar a un etiquetado energético como el de otros productos. No obstante, desde 2013, ASEFAVE puso a disposición del mercado una etiqueta de eficiencia energética de ventanas.

Esta etiqueta presenta una doble clasificación. Clasificación mediante letras (A la más eficiente y G la menos eficiente) ligada al consumo en calefacción y sobre el cual influyen la transmitancia térmica y la permeabilidad al aire de la ventana, y una clasificación mediante estrellas (*** la más eficiente y * la menos eficiente), ligada al consumo en climatización directamente relacionado con el factor solar del acristalamiento.

Se puede encontrar más información sobre este sistema de etiquetado voluntario en: www.ventanaseficientes.com

Como decíamos, los desarrollos más inmediatos en la eficiencia energética de ventanas pasan por elementos cada vez más aislantes (especialmente en el avance del control solar y luminoso de los vidrios), con un uso más inteligente a través de la sensorización y el mando a distancia de su apertura o cierre y despliegue o repliegue de las persianas y, aunque no depende de los materiales de la ventana, una correcta ejecución de su instalación en el edificio.

De nada sirve un producto de muy altas prestaciones si su instalación no se lleva a cabo siguiendo unas correctas instrucciones. Conscientes de ello la asociación ha trabajado en la redacción de una norma de instalación de ventanas (UNE 85219:2016) y actualmente en proceso de desarrollar junto a la Fundación Laboral de la Construcción un programa de formación de formadores para la instalación de ventanas.

Artículo realizado por Inés Gómez Arroyo del departamento técnico de ASEFAVE ( Asociación Española de Fabricantes de Fachadas Ligeras y Ventanas)

fuente: https://www.caloryfrio.com